Tomado de: Revista Semana. 29/11/2016
Campesinos de Sotará, Cauca, crearon una asociación para comercializar la leche de ordeño manual. El experimento resultó tan exitoso, que hoy es modelo de productividad y reconciliación en esa región del país.
En Sotará, Cauca, de la mitad de los campesinos, cada uno vive de lo que produce una vaca. En ese empinado municipio habitan 16.600 caucanos, pero sólo 600 de ellos se ubican en el casco urbano, los restantes se distribuyen en sus 50 veredas.
Y según datos oficiales, casi el 55 % de esos campesinos rurales obtienen sus ingresos de la ganadería. De ahí que en Sotará la vaca es, más que un semoviente, un estilo de vida. Y por cuenta de esa dependencia económica de las vacas, la comunidad padeció hace un par de décadas una de las crisis más agudas: A finales de los 1990, la empresa Lácteos Puracé quebró.
Como esa pasteurizadora era la única que les compraba toda la leche de ordeño manual a los campesinos de Sotará y otros municipios de Cauca, la quiebra se extendió a los pequeños productores. Eran cientos de familias que vivían de lo que producían sus vaquitas.
Fue entonces cuando entendieron que no podían seguir trabajando aislados, a expensas de lo que pasara con sus compradores, y decidieron unirse para fundar la Asociación de Productores de Leche de Sotará (Asproleso).
En su momento fueron 80 campesinos; hoy son cerca de 200 familias productoras de leche que nutren esa asociación que se da el lujo de facturar ventas anuales cercanas a 600 millones de pesos, es decir, casi 200.000 dólares.
Desde entonces, Asproleso se encarga de acopiar, enfriar y comercializar los 2.200 litros de leche de ordeño que recogen en las 200 fincas de la zona. Se estima que cada una de esas familias asociadas tiene a su cargo tres vacas que en promedio producen 16 litros de leche al día.
Felipe Muñoz es uno de los socios fundadores de la Asociación y recuerda con nostalgia la crisis por la que pasaron por no estar organizados. Antes de ser lechero, en las ocho hectáreas de su finca Lomitas, sembraba papa, pero ese cultivo también fracasó. Ahora alterna la productividad de su tierra con nueve vacas y un cultivo de fresa, “de ahí saqué para levantar a mis cuatro hijos”, argumentó.
Pero no todo ha sido color de rosa para este novedoso esquema asociativo y emprendedor. En junio del año 2000 padecieron su primera crisis, cuando la guerrilla de las FARC empezó a extorsionarlos al exigirles una cuota sobre la producción.
Como los campesinos se negaron a pagar la mal llamada ‘vacuna‘, los insurgentes se les llevaron el tanque de almacenamiento de leche y lo retuvieron durante un mes, hasta que lo devolvieron luego que la misma comunidad se opuso a la extorsión.
Pero en ese tiempo la asociación debió soportar una grave crisis por cuenta de las pérdidas que les dejó el no contar con ese tanque para almacenar el producto lácteo. “Se nos dañaba la leche, el queso cuajada y los clientes dejaron de comprarnos porque no podíamos atenderlos. Estimamos que sólo en esos días las pérdidas sumaron 60 millones de pesos”, recordó Arizaldo Majín, otro de los socios fundadores de la Asproleso y representante legal de la misma.
Por fortuna para todos esos campesinos, hoy la realidad es distinta y, contrario a otras épocas en las que la violencia desplazaba a sus vecinos, ahora sueñan con crecer y por esa razón este proyecto productivo social estará presente en la Macrorrueda para la Reconciliación que se realizará el miércoles 30 de noviembre y el jueves primero de diciembre en el Centro de Eventos Valle del Pacífico, en la ciudad de Cali.
Allí tendrán la oportunidad de exponer y dar a conocer su experiencia como forjadores de empresa en una zona golpeada por la guerrilla de las FARC. En ese certamen, que contará con la presencia de conferencistas y panelistas de talla mundial, además de líderes de organismos multilaterales expertos en cooperación internacional, los campesinos de Asproleso esperan hallar un socio estratégico que les permita crecer.
Justamente una de las metas de Asproleso es aumentar la productividad de leche, hasta llevarla al rango de 4.000 litros diarios. Para lograrlo, los campesinos proponen tecnificar las praderas donde se alimentan sus vacas al instalar sistemas de riego automatizados.
Así mismo, sueñan con iniciar la construcción de la planta física de una pasteurizadora y así generar ingresos adicionales a los asociados, “ese proyecto cuenta con un dinero aprobado por la gobernación de Cauca, pero aún no se ejecuta”, recordó el socio fundador Felipe Muñoz.
De esa manera los emprendedores de Asproleso quieren convertirse en la ‘vaca lechera‘ que ayude al desarrollo de los campesinos caucanos a su reconciliación, luego de sufrir en carne propia, los estragos de la guerra.
Foto: Revista Semana
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